Que ser profesor no es fácil, que "no está pagado" como dicen muchos, ya lo sabíamos. "Los profesores tenemos que hacer y saber de todo" se oye a menudo y leyendo las funciones del docente en el artículo 91 de la nueva ley, no podemos sino reafirmarnos en esta idea.
Porque ser profesor no es solo intentar meter conocimientos más o menos útiles en las cabecitas de nuestros estudiantes. Es intentar enseñarles a ser autónomos, a ser educados, a tener mano izquierda en temas complicados, en definitiva, a ser buenas personas que sepan pensar por sí mismas.
No sé si no estará pagado, pero creo que es la profesión más bonita del mundo.
Revenant à nos moutons como decimos en francés (literalmente "volviendo a nuestras ovejas") dentro de las funciones del profesorado que señala la LOMLOE en este artículo 91, nos vamos a centrar en la g) que dice lo siguiente:
Artículo 91.1.g) La contribución a que las actividades del centro se desarrollen en un clima de respeto, de tolerancia, de participación y de libertad para fomentar en los alumnos los valores de la ciudadanía democrática y de la cultura de la paz.
Aunque según leemos este artículo la primera vez tenemos la sensación de que van a entrar unos violinistas por la puerta de la habitación cargados de rosas para terminar de adornarlo, dice cosas que deberían ser un "must" (como dicen nuestros camaradas ingleses) en cualquier centro.
Más importante que cualquier actividad en sí, ya sean clases ordinarias o de otro tipo, es que estas se hagan dentro de la calma, el respeto y la colaboración de unos con otros. A pesar de que esto suena lógico, no es siempre tan fácil de conseguir puesto que los niños nos tienen de ejemplo a los adultos y los adultos no somos el mejor ejemplo. Todos sabemos que en las reuniones de vecinos, los partidos de fútbol e incluso los claustros, no siempre se mantienen las buenas formas a pesar de que la teoría del buen ciudadano nos la sabemos.
Por esto me parece tan importante comentar con los chicos estas situaciones en las que las personas actuamos como auténticos chimpancés maleducados para que ellos mismos sean capaces de autoanalizarse y de ser conscientes de las consecuencias que conllevan sus accioens. La etapa de adolescencia no es la más calmada de la vida por muchos factores biológicos y sociales, pero es necesario hacer hincapié en que la única manera de tener ciertos derechos de libertad que sí que nos gustan, es cumpliendo unas normas mínimas de convivencia. Por supuesto, en ningún caso me parece que haya que pintárselo todo de color rosa, diciendoles que todos somos amigos de todos y ese tipo de falacias, sino que hay que mostrarles cómo vivir y trabajar con personas que no son de nuestro agrado o que tienen opiniones que difieren en gran medida de las nuestras.
Lo más importante me parece, una vez más, dialogar con los chicos sobre estos valores que no les son ajenos, para que encuentren en ellos un sentido real y los puedan adoptar en la medida de lo posible.
¡Hasta la próxima!