En este artículo se nos ha pedido hablar de participación escolar y aquí voy a contaros mi experiencia al respecto.
Creo que los centros educativos tienen una gran baza a su favor cuando se trata de animar a los chavales a participar en algún tipo de voluntariado o de actividad del estilo y es que si lo hacen tus amigos, tú también lo haces.
Yo, por ejemplo, empecé a hacer voluntariado en 4º de la ESO con una maravillosa asociación de Valladolid llamada Asalvo, porque iba con mi mejor amiga. Nosotros nos encargábamos de dar cenas a personas desfavorecidas, en situaciones bastante precarias. Debajo del puente al lado de la estación de autobús, repartíamos los alimentos que previamente habíamos preparado: bocadillos, sopas, etc. Además, se llevaban productos de primera necesidad como leche y pan u otros que nos donaban diferentes comercios. De esta manera, acompañados por padres, voluntarios y profesores, durante algún rato a la semana salías de tu burbuja y te enfrentabas a la dura realidad. Y lo mejor de todo es que mientras tú te enriquecías de esta manera, estabas realmente ayudando a muchas personas a las que, a menudo, les hacía más falta una sonrisa que un brick de leche. Sin duda el voluntariado es un gran quid pro quo.
No solo era el momento que pasábamos allí, era también el antes y el después. El antes porque te tenías que hacer responsable de haber comprado y preparado la comida para la noche, el después por todo lo que me hacía pensar. Cuando llegabas a tu casa tras haber estado un par de horitas en el frio de la noche vallisoletana con todas estas personas que no sabías dónde pasarían la noche, se te quitaban las ganas de quejarte y apreciabas (aunque considero siempre haberlo hecho) aún más todo lo que tenías.
Las conversaciones con padres, compañeros y voluntarios de la asociación me enseñaron también a pensármelo dos veces antes de juzgar a alguien. A veces se producían situaciones casi cómicas, como que nos rechazaran la leche semidesnatada o el pan si no era integral, lo que la primera vez que te pasaba te dejaba descolocado, pero tras pensar en ello, ¿acaso no hacemos todos lo mismo? ¿por qué iban ellos a tener menos derecho?
Como dice el proberbio inglés, "When you point one finger, there are three fingers pointing back to you.". Es decir, que cuando señalas a alguien con el dedo, tres dedos se vuelven hacia a ti.